dimecres, 3 d’agost del 2011

transatlanticism.



Vi aquel atardecer mientras sonaba aquella canción que me había estado persiguiendo durante años y, allí mismo, me di cuenta de que aquel iba a ser el mejor concierto de mi vida, de que me había enamorado de Nueva York y había conseguido desenamorarme de las cosas que ya no eran importantes y quizás nunca lo fueron, como tú, y me percaté del problema de todo aquello que no era sino que las personas que aman Nueva York se odian un poco a ellas mismas. Y es que precisamente odiaba eso de mí, aquella obsesión sólo por las cosas que no pueden ser, conseguirlas por no saber que son imposibles, dejarlas exhaustas y necesitar desgarrarlas, despedazarlas, rajarlas, descuartizarlas, y escupir sobre ellas y quemarlas y romperlas y llenarlas de vómito cuando ya no pueden existir sin mí, esa necesidad vital de destrozarlo todo y asistir con tristegría a ello. Y observar mientras tanto cómo fuera arde la ciudad y dentro ardemos nosotros.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada