Me pregunta si voy a escribir cuando esté sola en Nueva York, como si no me conociera, como si volviésemos a esa mañana de principios de septiembre, al día en que salimos y compró Bacardi Breezer en un paki y yo le dije que aquí se bebía cerveza, y que ya entendería el porqué. Como si volviésemos a los primeros domingos. Escribiremos sobre las salivas y las bocas desconocidas, sobre muchas cosas más, pero especialmente los sabores de los cuerpos. Anudaremos, desnudaremos, reanudaremos. Llevaremos a término nuestra propia catarsis, el final de lo que fue nuestra propia tragedia griega, toda Tebas en pie, el destino inexorable. Yo me pido a Edipo, siempre Edipo, aunque esta vez paso de arrancarme los ojos, demasiadas cosas que ver y aprender. No hay duda de que sigo derrotando a la esfinge, siempre. Els dies bons i els no tan bons. "Escucha, aun cuando no quieras/ musa del mal agüero de los muertos/ mi voz, que es el fin de tu locura [...]". Y todo lo que venga detrás.
Y es que, una vez más.. donde queríamos estar estamos.
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