dilluns, 26 de setembre del 2011

el último día del año.

He desempolvado todos mis cajones y has aparecido hasta en el último recoveco.




Y luego lo he tirado todo a la basura.

dimarts, 13 de setembre del 2011

cruz y fin.



El silencio que te inunda en la Zona Cero no se rompe con el ruido de los taladros que usan los obreros que re-construyen allí ni se quiebra con las pisadas de las miles de personas que van arriba y abajo vistiendo traje de oficina ni fenece con los petardazos de las cocinas estilo camping-gas de los carros de perritos calientes. Es una mudez que abruma y que se cuela por todos los orificios de tu piel para calarte hasta un alma que grita su afonía. Es un silencio que me recuerda a Normandía y sus cementerios kilométricos y sus cruces y estrellas de David blancas alineadas y al frío que te recorre todas las costillas, el frío y la quietud de los lugares donde pasan cosas y se quedan vidas y empiezan y acaban historias. He regresado a nuestros escombros y lo inhóspito de ellos ha atravesado todo mi conducto raquídeo con celeridad, a trompicones que han ido agrietando mis vértebras y separándolas dejándolas como las de aquella señora que vimos en la tele una tarde de octubre tapados con la manta, trompicones que me han hecho ver que el principio de nuestro fin seguía intacto en el rastro de los ácaros de la mesa leña que me hastía con su mudez, de la mesa en la que olvidaste tus gafas de sol igual que nos hemos olvidado nosotros.